viernes, 11 de diciembre de 2015

PRESENTACIÓN DE SITIOS DE LA MEMORIA: MÉXICO POST 68 EN LA FERIA DEL LIBRO EN GUADALAJARA



Presentamos Sitios de la Memoria: México Post 68 en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. Como señaló Gabriela Polit, al estudiar casos de violencias en el pasado, los textos del libro ayudaban a entender situaciones traumáticas del presente. 





viernes, 24 de abril de 2015

EN EL BAFICI 2015


La nota que escribí sobre la película israelí "The Policeman´s House para Informe Escaleno
Seguimos  en el Bafici!

Una casa entre dos mundos: una reformulación ante el conflicto palestino-israelí
18 / 04 / 2015 - Por Mónica Szurmuk
Una casa en territorio palestino habitada por Mich´ael Zupraner, el director israelí de "The Policeman´s House". Una mirada transparente inserta en una ambigüedad cultural conflictiva.

Vigilar, ser visto, ser vigilado, observar, medir, escrudiñar, componen la materialidad cotidiana de la ocupación israelí en Palestina. El control visual marca el ritmo de los días y las noches en las colinas de Hebrón donde se desarrolla The Policeman’s House, film de Mich’ael Zupraner, joven cineasta israelí, estrenado en el BAFICI el jueves 16.
Zupraner utiliza un formato breve (solamente 25 minutos) multiplicado en tres marcos donde se proyectan simultáneamente diferentes perspectivas de la misma escena, o la misma escena multiplicada. La voz en off en primera persona es la de Mich’ael Zupraner mismo, contando en un tono monótono en hebreo su experiencia de vivir en una casa en un barrio árabe de Hebrón. Cada marco es una ventana a través de la cual se mira para afuera o para adentro; la observación nunca es total, lo que queda siempre en entredicho es la transparencia de la mirada y su valor documental. En algunos momentos, adentro del marco, casi ocupándolo completamente hay una ventana, como si se requiriera la advertencia continua de los modos en que las miradas se contextualizan, se quiebran, se multiplican. 
La historia es mínima: Mich’ael subarrienda con un amigo palestino una casa en un barrio árabe en las colinas de Hebrón. La casa fue construida por el abuelo de los dueños actuales que era un policía jordano. Ahora se ha transformado en un lugar liminal: si los colonos judíos ortodoxos que ocupan las colinas la compran podrán unir su asentamiento con el centro de la ciudad y lograrán imponer su presencia en el barrio árabe donde está localizada la casa. Mich’ael y su compañero árabe la alquilan, transformándola así en un particular sitio de resistencia intersticial: mitad árabe, mitad judío; mitad israelí, mitad palestino; hogar donde se hablan y se escuchan las dos lenguas de la región. Es una casa de arquitectura árabe, pintada de blanco (como hacen los judíos, según dicen los vecinos árabes), y con mezuza en la puerta (para proteger a quienes están adentro, explica Mich’ael a los vecinos árabes). 
Mich’ael es el único judío en el barrio. Sin emoción, repite los rumores que se han creado alrededor de su persona –que se estaba volviendo ortodoxo, que era informante de los árabes, que era informante del ejército israelí-. En un orden dual entre unos y otros, la ambigüedad de la posición de Mich’ael inquieta a todos (hasta a él mismo). La ambigüedad es puesta en primer plano en dos registros de Purim, fiesta judía carnavalesca que se celebra disfrazándose. Los colonos judíos celebran alegremente en el centro de la ciudad, disfrazados. Se puede ser animal, se puede ser figura bíblica, pero nunca invadir la alteridad predeterminada de la zona: no se puede jugar a ser palestino. Mich’ael participa de la celebración. Lo vemos disfrazarse, cambiar de identidad: primero es tigre, luego judío ortodoxo con barba. Las identidades se prueban y se quitan, pero no todas son intercambiables en la lógica binaria de la ocupación.  
Con su tono autobiográfico, testimonial e intimista, Beit Ha´Shoter se incluye en la serie de producciones artísticas sobre la ocupación que, como ha afirmado Gil Z. Hochberg, intentan reformular y reenmarcar las condiciones de visualidad que están en el corazón del conflicto palestino-israelí. En un tono personal que sugiere (y no preconiza) la película invita a pensar en los modos en que la mirada hecha cámara puede desplegarse para socavar sutilmente el orden visual que sostiene la ocupación.